Copa Confederaciones: Maracaná, una emboscada inevitable para España
Brasil golea a España de manera tan merecida como
ineludible para los de Del Bosque, que sucumbieron por falta de
intensidad y predisposició.
La final de la Copa Confederaciones 2013 pasará a la historia por el abultado resultado que Brasil logró sobre la selección española, la más laureada de los últimos años, de manera tan merecida como ineludible por parte de los de Del Bosque, debido a la diferente predisposición con la que ambos conjuntos encararon tanto el torneo como el encuentro decisivo.
Brasil es un equipo en construcción, extrañamente situado en el puesto
22 del ránking mundial FIFA, que lleva tiempo buscando nuevos referentes
para formar un conjunto que aspire a conquistar el Mundial 2014 que se
celebrará en su propia casa. En ese camino, la Copa Confederaciones era
la oportunidad de ilusionar a una afición que necesitaba confirmar a sus
nuevos ídolos ante un rival de entidad.
Ese rival era España,
el campeón de casi todo en los últimos seis años. Referente futbolístico
para todas las selecciones del mundo que, sin embargo, enfrentaba el
torneo como una nueva aventura en lo desconocido. Una experiencia más en
su preparación para encarar con más solvencia el próximo Mundial.
Los de Scolari prepararon la emboscada perfecta en un Maracaná
rebosante de ilusión. Gracias a una preparación física envidiable
imprimieron toda la agresividad posible al encuentro desde el mismo
comienzo y con faltas constantes impidieron que España moviese con
velocidad el balón.
Esta intensidad, junto a algo de fortuna,
les permitió adelantarse en el marcador muy pronto, lo que supuso un
golpe duro para los de Del Bosque. Sobrepasados por la agresividad de su
rival, por la olla a presión que era entonces Maracana, España
comenzaba a vivir una pesadilla que no terminaría hasta el pitido final.
La selección española careció de la intensidad necesaria para medirse a
un rival dispuesto a dejarlo todo sobre el césped para llevarse la
victoria. Para los brasileños era el partido más importante de los dos
últimos años, en los que no han disputado partidos oficiales, para
España era un encuentro para disfrutar, en un estadio mítico, ante un
rival apetecible.
Esta diferencia de motivación quedó patente
desde el primer minuto. España se dedicó a minimizar daños, Brasil a
despellejar el cadáver. A ello se unió el cansancio que acumulan los
internacionales de ‘la roja’ que, después de una temporada exigente, han
sufrido durante todo el torneo para adaptarse a la gran humedad.
Futbolistas que no están en su mejor estado físico como Arbeloa o Xavi
sufrieron mucho más ante el vigor físico de sus contrincantes. A ello
hay que unir la falta de claridad en la construcción de juego con un
nueve como referente, un sistema al que volvió el seleccionador al para
este torneo, pero que ante rivales como Brasil se ha demostrado
ineficaz.
España cayó en la trampa de Maracaná porque no había
forma de escapar de ella. Brasil necesitaba una victoria para reforzar
su proyecto y alimentar la ilusión de sus aficionados. Preparó el
enfrentamiento con mimo para dejarse hasta la última gota de energía
hasta devorar a un rival de entidad, falto de motivación y que careció
de las virtudes que lo han llevado a dominar el fútbol mundial.
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